domingo, 31 de agosto de 2008


Texto de LEOPOLDO MARECHAL-
Detenido en la esquina de Monte Egmont y Warnes, Adán leyó las dos letras de oro que relucían en el cortinado funeral de la carroza. R. F.
-Ramón Fernandez, o Rosa Fuentes, o Raúl Fantucci, o Rita Fieramosca, o René Forain o Roberto Froebel, o Remigio Farman, ¡o el diablo que lo adivine! ¿Me sacaré el sombrero?
Miró en torno suyo y vió que los hombres de la calle se descubrían
reverentemente
.
-Se descubren todos. ¿Por qué? Un odio instintivo a la muerte, pero un odio reverencial. Acaso imaginan que la guadañadora invisible, sentada en el alto pescante junto a los cocheros, los está espiando recelosamente y cuenta y recuenta los saludos. "¡Que la muerte ignore nuestro rencor! ¡Que nos olvide todavía!" Por eso se descubren. Un cuerpo sin alma, una herramienta sin artesano, un buque sin piloto. ¡Al diablo la materia sin la forma! Yo no me descubro.
Pero algo fallaba en su orgulloso razonamiento, y Adán lo reconoció enseguida.
-Con todo, un alma inmortal habitó ese cuerpo que ya está disolviéndose: un alma usó en ese cuerpo de su terrible libertad y lo hizo cumplir mil gestos dignos o abominables, prudentes o locos, ridículos o sublimes.
Y el incógnito R. F. tendrá un día que buscar su cuerpo desertado en el cementerio de La Chacarita, y oirá la trompeta del ángel, y sentirá caer sobre sus hombros la última hoja del tiempo. Quia tempus non erit amplius. ¡Me sacaré el sombrero!

"QUE LE DICE LA CIUDAD DE LOS MUERTOS A LA CIUDAD DE LOS VIVOS"

URBANA-RURAL ENTRE LOS AÑOS 1880 Y 1930, Escobar-pcia de Bs As, Argentina
Elgrupo de investigación está formado por la Dra Antonia RIZZO,la lic: Elba Salas, los prof Pablo Sperduti, Rubén Benvenuto, Aída Holtz, Mónica Rodriguez, Miriam Tatángelo, La Prof María DiDoménica, la periodista Maritza de La Cruz y Mariela Di Battista